jueves, 8 de abril de 2010

En las llamas del misterio

Estábamos en el mes de abril y las cosas estaban en su sitio. El invierno había quedado atrás. La ciudad era un hermoso mar color turquesa; un mar en calma, donde era fascinante navegar. Nunca antes había visto esta ciudad con esa sensación azul, de permanencia. Pasábamos el tiempo en nuestras cosas: amarnos detrás de cada esquina, comernos un helado, tirarnos en la hierba, ver los coches pasar… Y yo, de tarde en tarde, subía hasta el techo del mundo para, una vez allí, desde ese lugar privilegiado, contarle mis secretos a ese cielo tan nuestro. Tú estabas en todas las cosas –en la roca, en el pájaro, en el viento; en el paso de cebra, en los escaparates y en cada parada de autobús…-, la idea de vivir sin ti era una pesadilla, pero eso era otra historia. Lo sagrado, lo hermoso, lo que es bueno y amable, estaba en el instante, y todo vibraba en torno a ti. Tú eras el centro. El universo entero era un canto a la perfección aquella primavera. Todo era diferente en ese estado. Crecer, despreocuparse, saberse vivo y sentir como el tiempo del mundo se posaba en cada detalle... Yo me quedaba dormido en un banco del parque. Cerraba los ojos muy despacio, y en mis sueños aparecías tú, tumbada al sol sobre la hierba, mecida por la brisa, y cada cosa entonces estaba en su lugar, cada pieza encajaba. La belleza reía en cada uno de tus gestos. Yo había atravesado cien galaxias para llegar a ti. Y ahora estaba a tu lado.
¿Qué cataclismos habían sido necesarios para encontrarnos? Me gustaba pensar en eso. Me producía vértigo sentir en cada poro de mi piel todo este caos, que ahora se había ordenado de repente y se había detenido aquí, justo en nosotros. Yo te quería más y más a cada instante, y vivía en esa luz, con el mismo anhelo feliz del viajero que se acerca de un modo irremediable a su destino. Y luego, en medio de la noche, tus ojos brillando en las llamas de todo este misterio. No había solución: yo te quería, y aquello no tenía vuelta atrás. Me había enamorado sin remedio…

No hay comentarios: