lunes, 26 de abril de 2010

Escribir o vivir

Alguien dijo que no se puede vivir y escribir al mismo tiempo. Yo, aquella temporada, me había dedicado a vivir. Vivía con toda el alma como alguien que conoce e intuye con la profundidad tenaz de todos sus instintos que esa forma de vida no puede prolongarse mucho tiempo. El día no se diferenciaba de la noche, ni la noche del día. Apenas podía distinguir el sol de la luna o de las estrellas. El cielo clareaba de repente y tan pronto el mundo se convertía en luz, como se fundía en una oscuridad total sobre el blanco azulado de la nieve. Y luego estaba el mar: era hermoso aquel mar. El viejo mar de siempre que yo no había vuelto a ver desde que mi infelicidad llenó de niebla el horizonte. Era tan fascinante el mar… El mar con su mirada, el mar con su vaivén, el mar con su suspiro de inmenso dragón enamorado, y todo aquel espacio latía para mí.
Yo me movía de instante en instante y las cosas cantaban su melodía eterna. La música del mundo corría por mis venas, el cielo se entregaba, y el mar, la roca, el viento, cobraba vida y se hacía mujer a cada paso. Mujer de carne y hueso, mujer de sangre y fuego, mujer de agua de mar y arena de la playa. Mujer de luna y noche, mujer principio y fin de cada sentimiento.
Algunas veces mi alma se paraba a contemplar toda esa gran complejidad del mundo y entonces me sentía vivo. Terrible y extremadamente vivo, y al rato me fundía en una maravillosa sensación de paz. Sus ojos me llamaban, sus manos me querían, todo era todo en ella y el salto a ese vacío era un misterio extraño lleno de eternidad. Yo podía decir que había vivido. Ya todo daba igual: el pasado, el presente y el futuro. Yo podía decir que había vivido.
Aquellos días no pude escribir una palabra, lo único que hice fue vivir, vivir con todo el corazón y toda el alma, y a cada gesto suyo yo la quería más, la quería con la tenacidad salvaje de un viejo animal acorralado. La quería con cada poro de mi piel y sin embargo, ya notaba como la realidad empezaba a ganarnos la partida.

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