viernes, 30 de abril de 2010

Demasiado feliz

Demasiado afortunado, demasiado feliz como para escribir cualquier cosa estos días, me limito a moverme en el viento, a salvar las distancias del mundo, a abrazar cada cosa, a vivir cada hora, a observar a la luna, a encenderme en la noche, a sentir esta vida, y despacio, en silencio, como el protagonista de un sueño creado por un ser perfecto, esta madrugada me siento en una ladera de hierba y me dedico a contemplar las luces que esta ciudad despliega bajo las estrellas mientras una mujer de ensueño me dice susurrando en mi oído que todo esto que tengo existe y es real y es todo para mí, y en ella encuentro un paraíso de sábanas revueltas, y al borde de su piel pierdo el sentido, y voy y vengo dando vueltas, y no sé por donde saldrá la luz del sol mañana, pero eso me da igual porque se acaba abril y ella sigue conmigo, y alguna vez me hace volar a tanta altura que me pierdo en las nubes, y el cielo y el infierno, y lo bueno y lo malo, y el salto a ese vacío del pasado, todo eso queda atrás perdido en el olvido. Y sé que soy un tipo afortunado y sé que debo dar gracias a dios, pero ahora estoy demasiado ocupado, demasiado feliz, para hacer estas cosas, así que ando en la vida con lo puesto, siguiendo la huella de sus pasos, perdiéndome en sus ojos, bebiéndome sus labios, y soy demasiado feliz como para escribir cualquier cosa que cuente esto que siento.

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