lunes, 5 de julio de 2010

Soñé

Aquella noche soñé con un pasado que no pude llegar a adivinar a quien pertenecía. Las horas transcurrían lentas, y en mi sueño, una mujer desplegaba una danza perfecta en medio de la oscuridad. Todos los nombres falsos que un día pronunciaron los labios de los hombres se hicieron sólidos de pronto y se convirtieron en los muros de una oscura ciudad que lo envolvía todo. Tenía el aspecto de un cementerio azul que flotaba sobre las olas.
Y en medio de la noche pasó un tren.
Yo caminaba sobre abismos sin fondo; la magia de un sabor a miel me transportaba. Había un gran volcán, pero no había fuego. Pequeñas luces indicaban los signos del camino. En el suelo podía ver el rastro que dejaban cientos de pies de hombres y de mujeres que habían perdido el alma, libros abiertos a medio terminar, callejones oscuros, abismos del lenguaje donde nunca se encontraba una solución.
En mi sueño rompí todas las reglas del destino, besé cientos de corazones, cargué con los muertos de los demás, subí cuestas de soledad, tracé líneas de luz, maté gigantes que no tenían culpa de nada.
Aquella noche soñé con un pasado que no pude llegar a adivinar a quién pertenecía. Yo estaba en un andén, desnudo, helado, frío. Las horas transcurrían lentas y en mi sueño una mujer bailaba una danza perfecta. Recuerdo que pensé que era muy tarde, que ya no había tiempo. Recuerdo que sentí que me moría.
Y en medio de la noche pasó un tren.

No hay comentarios: