miércoles, 4 de noviembre de 2009

¿Dónde quedó el futuro?

Detestaba los espacios cerrados. Era un poco especial. Se había afeitado un lado de la cabeza y el resto de su pelo lo había teñido de rubio con unas escandalosas mechas de color azulado. Hacía diez días le habían echado de su último trabajo; un bodrio que consistía en mover cajas en un supermercado de un centro comercial. Ahora pasaba los días en el parque. En un momento dado decidió que no iba a hacer nada más. Por fin había comprendido que en esta sociedad nunca tendría un sitio, una oportunidad. Había decidido que quería vivir su vida al margen de todos y de todo. Tenía talento y una gran personalidad, pero cualquier mujer huía de él a los dos días, y nunca le habían aguantado en un trabajo el tiempo suficiente para poder cobrar la segunda mensualidad. Nunca entendió qué era lo que fallaba. Siempre fue así, nunca supo qué debía cambiar. Esta mañana, mientras está sentado en la hierba del parque, mira a su alrededor, y de pronto comprende que hoy ha cumplido treinta años, que ha llegado el invierno, que el mundo sigue y sigue, y que, nada, absolutamente nada, va a cambiar.

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