martes, 3 de noviembre de 2009

Imperfecto

Detesto los himnos y las banderas, no pertenezco a un sitio y sólo tengo un hogar. Habito en las palabras. No me gustan las multitudes, las grandes reuniones de los hombres dónde se pierden la conciencia y el alma, y los rasgos del individuo se diluyen en el turbio río de la colectividad. Mi casa no tiene llaves; me muevo a pie, esquivando a los seres humanos, soy un objeto, un algo, carente de espíritu y de sentido que busca lo diferente. Vivo a tirones, como un mecanismo estropeado, no me paro a mirar atrás y entre las cosas que amo no hay un lugar para las múltiples formas de la mediocridad social. Lo normal me aburre, lo sensato me decepciona, y hasta lo bello resulta insuficiente porque siempre deseo ir más allá. Transformo el universo en mis palabras y me quedo a vivir entre los charcos. Soy fugaz, soy absurdo, soy cada cosa del mundo y mi vida es esa estrella que un día acabó en el contenedor: ¿la ves? Apenas brilla entre tanta basura. Como un torrente desbordado, arrastro todas las piedras del camino. Soy imperfecto, soy…
-¿Has terminado, Leo? –Leo me mira con los ojos vacíos-… Pues pásame ese litro de cerveza.

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