viernes, 14 de mayo de 2010

Hay días...

Cuando ella está mal la vida se me escapa; mi alma se hiela y cualquier realidad desaparece en el punto fatal donde mueren todas las carreteras. Sucede entonces que todo sobra y lo único que puedo hacer es perseguir un sueño, perderme entre las nubes, nadar y sumergirme en un mar de tristeza, a la espera de que se pase la tormenta. Y sin embargo, con ella cada día siempre es mejor que el anterior.
¿Cómo puede hacer eso?
Desconozco la clave del misterio. Cuando ella está conmigo hay instantes en los que me sorprendo y me elevo entre besos y promesas: promesas de tiempo y de futuro, de esperanzas, de sueños… Y el nuevo amanecer me encuentra rendido junto a ella. Esos días me vuelvo bueno, sincero, complaciente, y le hablo hasta a las farolas de su forma de ser y de su encanto.
Hay días en los que sale el sol y hay días en los que no, pero eso a mi me da igual, porque si ella es feliz el mundo entero es amable, y la vida es sencilla y cariñosa, y está llena de magia, y el brillo de sus ojos empapa de alegría cada calle, y el sol me da calor aunque no pueda verlo, y yo me siento bien y tan afortunado que me cuesta hasta respirar.
Esos días la química de mi alma juega en el horizonte a transformarse, y se hace Pura Vida, y me pide que mueva mis montañas, que desvíe mis ríos, que apague mis incendios, que queme mis navíos, que me pierda en sus sueños, que siga sus caminos.
Y entonces soy feliz y me muevo despacio por su cuerpo, y noto su cariño llegando en oleadas, y le pido al destino otro minuto más; una tregua, un espacio, un lugar en el viento para continuar.
Y me abrazo a su cuerpo junto a un río, o al borde de un inmenso precipicio, y en cada beso suyo siento que no hay nada mejor, ni más intenso, que esta forma de ser feliz a cada instante. Y me duermo y no duermo ni una hora, y algunas noches pierdo mi alma en un punto lejano de la cama, y más tarde la encuentro dormida en su pijama. Y luego, al día siguiente, de vuelta a la realidad del mundo, cada café que tomo, lo tomo pensando en ella. Cada paso que doy, lo doy sólo para ella. Cada canción que canto, la canto porque me recuerda a ella.
Hay días en los que brilla el sol y hay días en los que no, pero eso a mi me da igual, porque si ella es feliz se cumplen todos mis sueños. No entiendo la clave de este misterio: desde que estamos juntos cada día es mejor que el anterior. ¿Cómo puede conseguir eso?

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