miércoles, 5 de mayo de 2010

La gran transformación

Ella juntó sus recuerdos y trató de escribir un libro. Quería que él conociera la historia de todo lo que les sucedió. El libro cumpliría una función: descubrir los misterios de un viaje que, juntos, hicieron a través de sus vidas; de la forma como ella buscaba respuestas, y de cómo luchó porque un día llegara a entender todo aquello.
Él no existía apenas cuando aquello empezó, pero ya era destino que iba tomando forma, creciendo en su interior de un modo inexplicable, hasta que un día, unos meses más tarde, se llegó a convertir en ese gran sentir que ahora llenaba el mundo. Ese mundo privado e inseparable que formaban los dos.
Ella quería y quería… Tenía tantas cosas que contar… Escribía deprisa, pero no había tiempo. La vida se movía a una velocidad tremenda. La realidad se mezclaba con los sueños. Empezaba un capítulo y apenas llegaba a la mitad, y el presente la reclamaba, y cambiaba su forma de ver lo que había sido su pasado. Todo se transformaba a una velocidad de vértigo. El cambio lo llenaba todo. Mientras, el futuro lector de ese libro, crecía sin cesar y se hacía infinito. Infinito de espacios, infinito de gestos, infinito de mundo y de transformación.
¿Cómo contar su historia si a cada segundo se le escapaba todo lo que creía entender de su pasado? Había tanta vida en esa pequeña vida, que apenas ya comenzaba a comprender un solo aspecto de él, cuando todo cambiaba.
Ella juntó sus recuerdos y trató de escribir un libro. El libro de una transformación. Un libro fascinante en el que iba a contarle a su hijo el viaje más largo y complicado. La historia de sus vidas. La historia más inmensa que nadie había contado.

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