jueves, 3 de diciembre de 2009

Aún más al norte

Cansancio de horas de viaje, de seres humanos desconocidos. También cansancio de experiencias. Cada cosa tiene su ritmo y su forma de moldear el alma. Dejo un rastro de mi paso en el viento. Hablo con la gente: transformaciones pequeñas, caos, mundos rotos. Pequeño mundos perdidos ahora en el pasado, para siempre, rotos mundos fundidos en la nieve. Cruje el suelo bajo mis pies. Fragmentos de hielo y de cristal sobre la acera. Intercambiar de miradas desde lo más adentro.
Hay un punto final en el que todo se junta y se convierte en alma. Levedad de las horas pasadas y este silencio que solo existe aquí, donde un día todo fue frontera final, desesperanza. Desolación sin nombre ni lugar. Ceguera de la nieve.
Mujer rusa: habla español, me enseña toda su mercancía. Mujer rusa, muñeca, madre rusa. Destrozada muñeca de otros tiempos, muñeca de madera dentro de otra muñeca y otra y otra. Desangrarse en una continua división de vidas que se hacen cada vez más pequeñas. Destino de mujer condenada a vivir dentro del frío. Pasar de años hasta que al fin no queda nada. Pobre madre, mujer, muñeca rusa. ¡Quién hubiera podido protegerte de este lugar tan frío!

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