lunes, 27 de abril de 2009

Era muy tarde

Era muy tarde cuando se quedaron solos. Un pájaro cantó en un árbol. Hacía frío; el aire llegaba cargado de humedad y el cielo empezaba a clarear con tonos violetas azulados. Se sentaron a hablar bajo una estatua. En un instante extraño sintió que se acercaba al borde de un barranco, a ese lugar sin nombre, vacío y desolado, donde no llegan nunca las palabras. Miró hacia abajo y descendió: buscaba un camino a tientas entre sus sentimientos, el rastro de cualquier sendero que le llevara a ella. Sumido en esa oscuridad, de pronto comprendió que acababa de comenzar un largo viaje, un viaje interminable al mar de los temores de su alma. Un viaje sin retorno a un mundo oscuro y gris donde no amanecía jamás. Mientras avanzaba en medio de aquella oscuridad, recordó que muy atrás, en la tierra lejana de los hombres, habría amanecido ya bajo la estatua.

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