jueves, 15 de octubre de 2009

Las formas de la muerte (I)

Esa noche algo había cambiado en el mundo. Mientras caminaba, sentí como si una tristeza infinita hubiera cubierto de escarcha los objetos. El aire y la oscuridad eran más fríos, y todo parecía aguardar una especie de muerte encubierta, un desenlace fatal, un misterio, un final. Un hombre dormía su tragedia bajo un banco. Primero había perdido su trabajo, más tarde su familia, su hogar, su autoestima, y por último su fe y sus ganas de luchar. Ahora escondía cada noche su desesperanza en este oscuro rincón del parque. Había tardado exactamente trece días en encontrar un nicho adecuado donde tumbarse para siempre y olvidar. Trece días que pasó como pudo, caminando sin rumbo por las calles, sintiendo esa desolación que ahora le agarrota los dedos de las manos y le llena de hielo el hueco donde un día estuvo su corazón.
Esta noche, por fin, después de tantos días de dolor, el hombre que fue en el pasado se ha extinguido definitivamente. Ahora ya es otro muerto más. Uno de tantos muertos que, para su desgracia, no acaban de morirse hasta que la naturaleza decide su final.

No hay comentarios: