Hace dos semanas conocí a un hombre que mucho antes de ser pobre vivió en un gran palacio protegido del viento de la calle por una tapia alta y un seto verde. Escapó como pudo, esquivando a su paso mil rutinas. Quería entender y trató de mezclarse con la gente corriente, pero no fue capaz. En la marginación encontró su guarida, algo que compartir, tal vez su mala suerte o su destino, o tal vez su locura. Desde hace muchos años vive en una constante huida. Empezó por huir de su mundo, luego huyó de la muerte y de la sociedad, y ahora, sin saber bien porqué, con el paso del tiempo, le sucede que huye también de la vida. Ayer por la noche, antes de irse definitivamente, me entregó un papel arrugado y me dijo: “Ángel, esto es para ti”. En el papel había escrito lo siguiente:
“La muerte está en todas partes
en el perro, en la rosa,
en tu cuerpo y el mío
En el aire, en el tiempo,
y en la soledad.
Hay una guerra continua
entre dos combatientes
que no reconocen sus fuerzas.
La tierra y el viento
el agua y el fuego
la ignorancia del hombrela codicia y la paz.
Todos buscan su sitio
un espacio en el alma del mundo
donde quedarse y reinar.
Pero todo regresa
a su centro
al principio del fin del principio
y el universo es locura, estropicio,
puentes destrozados
desastres, historias,
momentos fugaces,
infiernos helados, desiertos sin luz”.
“La muerte está en todas partes
en el perro, en la rosa,
en tu cuerpo y el mío
En el aire, en el tiempo,
y en la soledad.
Hay una guerra continua
entre dos combatientes
que no reconocen sus fuerzas.
La tierra y el viento
el agua y el fuego
la ignorancia del hombrela codicia y la paz.
Todos buscan su sitio
un espacio en el alma del mundo
donde quedarse y reinar.
Pero todo regresa
a su centro
al principio del fin del principio
y el universo es locura, estropicio,
puentes destrozados
desastres, historias,
momentos fugaces,
infiernos helados, desiertos sin luz”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario