martes, 6 de octubre de 2009

Recuerdos

Recibías el día desnuda en nuestro acantilado sobre el mar y todo ese mundo de cielo y viento parecía haber sido hecho sólo para ti y cambiabas de piel a cada instante y te gustaba nadar a la luz de la luna y cada noche sentías una infinita sensación de libertad y era un tiempo en el que disfrutabas de todas y cada una de las cosas hermosas de la vida y no hacías distinciones entre dios y el diablo y jugabas con ellos y conmigo al gato y al ratón y no encontrabas desiertos de tristeza después de cada atardecer y el mar y el cielo no eran dos cosas diferentes y tu cuerpo era un regalo de luz y una escapada y lo más grande y lo mejor que yo podía llegar a desear y vivir era un riesgo constante que a ti y a mi nos encantaba y estábamos en posesión de la verdad y vivíamos al margen de todos y de todo sin papeles ni nombres y éramos jóvenes rebeldes salvajes descarados fuertes absurdos locos maravillosos seres capaces de luchar.
Todo era tan igual y al mismo tiempo todo era tan diferente aquellos años. Tú eras tan totalmente tú y yo aún tenía talento.

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