jueves, 22 de octubre de 2009

Ser

Quisiera algunas veces ser, en medio de la noche, hombre para lo eterno que hay en el hombre y heredar de los dioses esa forma suya de estar en la serenidad. Habitar en lo profundo de una maravillosa percepción, perfecta en su vacío, y así reconocer el renacer del alma en el principio de ese sentir profundo de las cosas inmateriales. Escuchar de tus labios la verdad como escuchan los sabios las plegarias sagradas del mundo y sentir esa felicidad que abrasa el alma y llena los ojos de esperanza. Trascender toda forma y convertirme en principio y final. Conseguir atrapar la unidad. Ser al fin, sólo ser, con todo el infinito potencial del alma humana. Pero ahora, esta noche, solitario en el mundo, pequeño, perdido, tan infinitamente humano, le pregunto a mi alma: ¿quién eres?, ¿qué buscas?, ¿dónde habitan tus dioses y se mueren de espanto tus demonios? En mitad de la noche comprendo que hay que caminar mucho para llegar a uno mismo.

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