domingo, 4 de octubre de 2009

Lluvia de otoño

Lluvia de otoño: languidecen los árboles. Hay un sonido de agua en el aire que se mezcla con las notas cargadas de tristeza de un violín, una barca sin nadie en el centro del lago, un paisaje vacío. Bajo la superficie, los peces permanecen ocultos en la profundidad más negra, en ese lugar de silencio donde no se distinguen las formas.
Como mi corazón, todo este paisaje permanece a la espera de un cambio, observando, casi sin respirar, el tiempo detenido en este instante, donde cada transformación y cada nuevo hallazgo, supone un fascinante e intenso desafío.
Pero ahora hay que continuar. Tú llegas y te vas a cada instante, con cada ráfaga de viento y comprendo que este dolor no es más que la expresión de un deseo que nunca se ha cumplido. El alma se impregna de nostalgia y toda la soledad del mundo se esparce en esta lluvia de otoño de mi vida y comprendo que nada tiene forma, ni tiene identidad. La vida se despliega ante mis ojos, se extiende por las piedras y caminos como esta lluvia lenta, que, poco a poco, lo va mojando todo.

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