martes, 19 de mayo de 2009

Amanecer de un día de primavera

En un rincón del parque, bajo la estatua, la noche se encoge en la distancia. Un murmullo de frío te abraza y amanece sobre el primer canto del pájaro de la mañana. Ahora hay más claridad. La vida ha regresado. Tú y yo, caminamos despacio, perdida la distancia entre nosotros, junto al lago embrujado de nubes, que permanece en silencio, como un animal agazapado, atento a tu mirada. Tanto mundo perdido en el pasado, viajando sin rumbo, a millones de años luz y madrugadas. Aquí, bajo los árboles, todo tiene un significado, la hierba es sólo hierba, y ahora está mojada. Cada vida que existe, existe sólo en ella, y el mundo permanece en paz. Es nuestro mundo. Vivimos este instante en el presente y tú eres el centro y el origen de todo este universo que palpita ante una maravillosa y tenue luz anaranjada. Bendito mundo éste en el que, si sabes esperar, siempre amanece.

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