jueves, 28 de mayo de 2009

Mejor ni te levantes

Algunos días parece que es mejor no levantarse, no salir de la cama, hacerse el despistado y apagar el reloj despertador, porque hay días en los que a uno le caen por todos lados. Días en los que, ya antes de salir de casa, te las van dando. El grifo de la ducha no funciona, sale agua por debajo de la pila, estás acatarrado y te sientes fatal. Aún no ha amanecido y llueve y te has mojado con ese chaparrón nocturno, se ha levantado viento, hace un día de perros y piensas que nada puede ir peor y al rato, ya ves, te has estrellado del modo más irreal y absurdo que uno se pueda imaginar ─una especie de piscina gigantesca sale volando de la caja de un camión y se te planta delante en la autopista─. Te estrellas a más de ciento treinta y ya no tienes coche y sigues vivo, y estás sentado en el arcén y todo es agua y ríos de mierda y aceite alrededor mezclados con trozos de tu coche y de fibra de vidrio de un rabioso color azul y tú, que hace un rato pensabas que te habías mojado, pues ahora sí que estás mojado y encima es lunes y aún te queda toda la maldita semana por delante y, claro, hay que seguir, hay que seguir como un imbécil porque ¿qué vas a hacer sino? Para eso has sido programado.

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