domingo, 10 de mayo de 2009

¿Lo sabes?

    La encontré sentada en el suelo, en una esquina, bajo un soportal. Eran las tres de la madrugada y llovía con rabia. Encogida, miraba al infinito y se abrazaba las piernas con los brazos. Aquel lugar olía a orines y a excrementos. Esperé de pie, a su lado, a que la lluvia cesara. Era una noche extraña, el agua formaba ríos, arrastrando a su paso papeles, desperdicios, vasos de plástico... Toda la suciedad del mundo parecía precipitarse calle abajo. De vez en cuando alguien pasaba a la carrera. Se oían voces y ruidos de sirenas. Me quedé mucho tiempo en silencio, mirando la lluvia resbalar sobre los tejados, hasta que dejaron de oírse las sirenas. Entonces le dije a la muchacha: ¿sabes? La mente nos dice que es imposible, que no somos capaces, que ya es demasiado tarde, o que nunca lo vamos a conseguir -la joven, me miró como si regresara de muy lejos-, pero la mente se equivoca. Lo único que sucede es que tiene miedo. Miedo a sobreponerse, miedo a luchar, miedo a no ser capaz de conseguirlo. ¿Lo sabes? -pregunté-.

   -Sí -contestó-. Se levantó despacio, me dio la mano y nos fuimos de allí. Había dejado de llover y las luces se reflejaban de un modo hermoso en el asfalto.

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