martes, 12 de mayo de 2009

Antonio Vega

Ahora ya descansa de toda la tristeza
su voz y su guitarra se han ido para siempre.
Hay un espacio vacío entre las flores
la chica ya no volverá a jugar en el jardín.

Se ha ido
dejando tras de sí un mundo diferente
la huella del talento, su mirada cansada,
la voz sin esperanza de su melancolía.

Ahora son las nueve de la noche. Una zarpa de tigre le espera agazapada entre las sombras. Nace un niño y se muere Antonio Vega, y la chica siente un dolor que le abrasa en el alma.

Nada sirve de nada, sólo el talento. La vida viene y va, como las amapolas. Mañana va a llover -siempre llueve cuando muere un poeta-, y existirán las rosas, igual que existieron ayer y existirán mañana.

Ahora son las nueve de la noche, pero eso ya da igual, Antonio Vega ha muerto y el mundo se ha quedado solo.

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