martes, 16 de marzo de 2010

Mi bicicleta espera

Mi bicicleta espera. Espera en el centro del universo. Ella sabe que pronto nos iremos hacia un lugar desconocido. Mi bicicleta calla. Sobre todas las cosas planea su silencio. Ella y yo partiremos cualquier día de estos.
Despacio, a nuestro ritmo lento, atravesaremos puestas de sol sobre campos inmensos. Montañas y desiertos, tormentas, vacíos y silencios… También el tiempo.
Y en nuestro recorrido, cada cosa tendrá su sitio, y todo será perfecto. Los dos iremos juntos hasta un mar infinito, un mar que nadie ha visto, un mar que será el nuestro. Él nos acogerá en sus aguas, como acoge a las aves, los peces, los planetas...
Mi bicicleta espera. Ella sabe que en un punto de ese camino se mezcla en nuestras almas la tierra con el cielo, pasado con presente, lo viejo con lo nuevo, lo leve con lo eterno, y en ese punto exacto se esconden las respuestas.
Mi bicicleta espera; tenemos por delante un largo viaje; un viaje hacia el comienzo, allá donde todas las cosas tenían un sentido. Un misterio que en esa bicicleta podemos alcanzar, porque en sus tubos de metal se esconde todo eso que es mejor y que es más nuestro.

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