miércoles, 3 de marzo de 2010

Regresar

Tu vestido, empapado de lluvia y de noche. Todo era viaje en ti. Te ibas, regresabas, y entonces hacías más tangible cualquier atardecer con uno de tus gestos. También estaba el cielo; un cielo que esperaba siempre, un cielo hipnotizado que anhelaba poder verse en tus ojos. La luna te seguía a todas partes como un perro tranquilo. Allá en mi corazón yo te hice un templo que ahora está desierto. No queda nada ya, tan lejos se ha ido todo. Ya no guardo de ti mas que el silencio. ¿Qué sentirás ahora? ¿Adónde se encaminarán tus pasos? Me dejaste una nada de palabras. No queda ni un resquicio para escapar a ese pasado tuyo, y sin embargo, a veces, aún veo tu sonrisa reflejarse en las cosas perfectas.
Esta tarde, en una calle del centro de Madrid, he visto a una mujer. Caminaba perdida entre la gente. Se parecía a ti: es como si, de un modo misterioso, hubieras regresado. Luego me he dado cuenta; no vas a regresar. Esta vez no es posible desandar el camino que atraviesa el desierto.

No hay comentarios: