lunes, 13 de octubre de 2008

Sin riego

Probablemente estaba ahí desde siempre, pero ella no se había dado cuenta, hasta que, esta mañana, la había visto por primera vez y se había quedado parada frente a ella. La estuvo contemplando un largo rato.
La planta casi llegaba al techo. Era una especie de arbolillo. Una de esas clásicas plantas de interior. Tenía unas hojas grandes que en algún otro momento de su vida debieron ser de un intenso color verde, pero que ahora caían blandamente, a los lados del tronco, marchitas, como si la soledad y el tiempo hubieran descargado el peso de una inmensa tristeza sobre ellas. Alguien la había situado en un espacio muerto, junto a una columna, en un tiesto de plástico de color blanco, a medio camino entre su mesa y el ahora vacío departamento de legal. ¿Cómo he podido pasar todos estos años sin verla? Pensó, mientras caminaba por el pasillo.
Una vez en su puesto de trabajo, no pudo quitarse la imagen de la planta de su cabeza. Si se asomaba un poco podía verla allí, al fondo del pasillo. Sola, perdida y olvidada, pasando su existencia en este lugar tan poco apropiado a su naturaleza.
¿Cuánto tiempo llevaba esa planta allí? Hizo un esfuerzo, intentó recordar, pero no consiguió recordar nada. En esa zona de la oficina que ahora aparecía desolada, solían celebrarse cumpleaños, ascensos, despedidas… Intentó recordar y su memoria le trajo la imagen de ella misma, sentada allí, en ese mismo sitio. ¿Cuántos años hacía de eso?
No pudo volver a trabajar. Miraba el reloj continuamente y según avanzaba la mañana, sintió que una ansiedad profunda se iba apoderando de ella. Una ansiedad cargada de amargura que llegó a ser tan intensa que apenas la dejaba respirar. Un hombre joven pasó a su lado. Buscaba a alguien. Por un momento pareció que iba a detenerse y preguntar, pero en el último momento pasó de largo sin mirarla. ¿Cuántos años llevaba sentada en esta mesa? Hizo un esfuerzo pero no consiguió recordar. Sintió que iba a llorar. Quería huir de allí, marcharse y desaparecer, pero algo la impedía moverse de esa mesa. Miró a su alrededor: la gente conversaba sobre cosas normales. Mi niño tiene fiebre, me ha llegado el recibo de la luz, se me ha estropeado el coche…

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