domingo, 15 de febrero de 2009

Destino

Decidió salir de casa, era lunes y era muy tarde. Caminó por las calles estrechas del centro sin saber dónde ir. Encontró un local que llamó su atención. Sobre la puerta había un luminoso de neón que decía: Bar “El Destino”. Entró dentro. Se sentó en un taburete, en la barra, y pidió una cerveza. No había tenido un buen día y tenía el presentimiento de que la noche iba a ser aún peor. Sacó del bolsillo un papel arrugado en el que alguien había escrito un número de teléfono. Olvídalo, pensó. Sabía que aquella mujer sólo iba a traerle problemas. Miró alrededor. Unos chinos estaban sentados en una mesa del fondo. Encendió un cigarrillo. No la voy a llamar –pensó-, y a continuación marcó el número. Esperó unos instantes y luego escuchó una voz impersonal que decía: “el número al que llama está desconectado o fuera de servicio”. Guardó el móvil. Alguien tocó su hombro. Se volvió y era ella. ¿Cómo me has encontrado? –dijo-. Los chinos del fondo discutían.

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