jueves, 12 de febrero de 2009

Sal a la calle

Es viernes; cantan los pájaros. En las esquinas del mundo la nieve ha desaparecido y luce un sol hecho de alas de pájaros, de luz y de esperanzas. Un par de gatos se acercan sigilosos al jardín a contemplar como crecen las flores. Ha amanecido un día de primavera en medio del invierno. La gente extiende sus deseos en la hierba, y si miras con atención, puedes ver el primer beso de una pareja que no se llegará a besar hasta el verano.
Todo en el aire dice que ha terminado ya lo duro y lo terrible del invierno. Es viernes y tú has sobrevivido a otra estación. Tú, sola tú, sin nadie alrededor, como un árbol perdido entre la niebla. Ya ves, mujer, no ha sido para tanto. La gente se suicida más en los días de lluvia que en días como éstos, en los que luce el sol, y su luz ilumina hasta el infierno.
Así que ponte guapa, con ese traje rojo que tanto te gustaba. Baja las escaleras y sal a la calle por fin, como lo hacías antes. Grítale al mundo que no te han derrotado, que aún sigues aquí, que sientes más que nunca, que eres aún más sabia, que pierdes la cabeza como siempre, que no has dejado de soñar, que morirás de pie, que eres mujer desde las uñas de los pies hasta el punto y final de tus pestañas, que quieres sin querer querer, y aunque te duela un poco aún, te da lo mismo ya que no te quieran.

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