domingo, 1 de febrero de 2009

¡Oiga! ¡Señora! ¿Me oye?

Una mano tendida al vacío y el vértigo de saber que tú no estás. El cielo es un agujero negro que se ha tragado las estrellas. ¡Mario! ¡Espera, espera! ¡Voy a ver si puedo cogerle una vía! Las estrellas... No; aquellas no eran mis estrellas. Dios las había hecho para otra. Un hombre, una mujer... Caminaban cogidos de la cintura. Parecía que lo hubieran hecho desde el principio de los tiempos, pero ella no era yo ¡No, no, no...! ¡No la muevas por ahí! Lo tiene fracturado; ¡déjala quieta hasta que la saquen! ¡Trae algo para la hemorragia! ¿Donde están los bomberos? La avenida se prolongaba hasta el infinito y ella y él iban dejando atrás restos de su pasado. Parecían tan felices, pero eso... Pero eso qué más da. Yo no era ella, yo no iba junto a él. Mira, ya han llegado los bomberos. Ahora lo que importa es que me saquen de aquí. Será posible, me ha tocado el bombero más feo. ¿Dónde se meten los bomberos de los calendarios? Si, claro, yo también los he visto una vez. Era en Navidades y estaban allí, en la calle Preciados, detrás de una mesita de madera, con unos gorritos de Papá Noel, qué desencanto. En persona no eran tan altos... ¿Qué mueva las piernas?, Me gustaría verte a ti aquí dentro. ¡Oiga! ¡Señora! ¿Me oye? ¿Puede mover las piernas? Que sí, que ya las muevo... Qué sueño, creo que me voy a dormir seré ridícula. Verás cuando se entere mi marido, el coche recién sacado del taller... Qué ruido, y esas luces, hay sangre en el cristal... Hay que ver cuántas ambulancias, qué lío. ¿Qué mueva las piernas? Qué sueño, qué sueño... será imbécil, que mueva las piernas... Tengo tanto sueño...voy... a... dormir... un... poco...

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