martes, 3 de febrero de 2009

El décimo

Había dormido bien y sin embargo se levantó cansado. Salió de casa y vio que le habían roto un cristal del coche. Miró el reloj: eran las seis de la mañana del día veintiuno de diciembre. Dejó las llaves a su mujer, habló con el seguro y decidió ir caminando hasta el trabajo. Al cruzar la avenida vio una ambulancia; un coche había atropellado a dos personas. Se acercó a una administración de lotería. Compró dos décimos y le dieron el número 16212. Por la tarde le echaron del trabajo. Esa noche no consiguió dormir. Al día siguiente se sentó frente al televisor. Esperó a que los niños cantaran el último número del sorteo y luego se tumbó en el sofá. No le había tocado nada. Pasó el resto del día y la noche siguiente allí, tumbado en el sofá, mirando el techo.

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