lunes, 25 de enero de 2010

Ahora, en este instante

Ahora, en este mismo instante, este es un buen momento -siempre es un buen momento-, para que de las cosas inanimadas surjan escenas de permanencia infinita. Cada día es una oportunidad, cada noche un descanso en el que el ser regresa al origen, a ese recogimiento del alma y la apariencia, donde todo se hunde en un inabarcable espacio inmaterial. Cada cosa tiene su sitio en la esquina del sueño de la vida y en cada imagen se oculta el misterio de un deseo secreto o un temor. Cada noche, el existir se pone a disposición de lo inefable. Cae la nieve: la nieve es belleza, pero ahora también es un canto de muerte, un lamento de lobo, una huida en el tiempo, y esta noche, no sé muy bien porqué, mientras veo los copos de nieve caer, recuerdo como un día de enero, hace cientos de vidas, también yo enterré mi corazón en un lugar sin nombre, cubierto de nieve, muy parecido a éste. La verdad no es hermosa, mi amor, la verdad es muy triste, los dos lo sabemos, pero lleva en su esencia una carga de inconcebible intensidad. Yo amo la verdad, esta verdad dura y profunda, que acaricio en mis sueños, en un lugar que no sé donde está, ni sé de dónde surge, pero que late y perdura en el ambiente incluso cuando el último resto de vida ha terminado. ¿Cuánto debe sufrir un ser humano para poder reconocer un gesto de felicidad? Nieva en mi corazón, nieva en mi alma. La noche, en su latido, se deja abandonar al sueño y el viento arrastra copos de nieve cargados de pasado. Hay tanto que contar sobre esta noche, traspasada de eternidad y de destino...

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