domingo, 24 de enero de 2010

Vivir y ser

La vida continuaba y hasta entonces, él la había vivido de un modo irremediable. Las cosas, los objetos, la gente, y hasta los sentimientos, eran como el agua de un río que se perdía bramando, enloquecido, corriente abajo. Y sin embargo ahora, ¿qué había sucedido?, ¿había dejado de sentir? No lo sabía. Tal vez, sin darse apenas cuenta, de pronto había llegado a algún lugar. Sentía estar en un espacio extraño, como si hubiera ido a parar a un remanso de agua en el que todo se hubiera detenido casi completamente, y todas las cosas importantes de la vida giraban en el agua, perdidas en el tiempo, despacio y en silencio. Su mente, en un instante extraño, dejó de sentir la necesidad de seguir con su viaje. Ya no iba a continuar ni un sólo día más. Todo en su corazón se había detenido. ¿Qué había sucedido? La vida seguía en todas partes, pero él, ahora se limitaba a contemplar, como un espectador observa una obra de teatro, los sucesos del mundo, tratando de entender el caos del existir. Vivir y ser eran la misma cosa. Vivir era ser uno mismo, y ser era vivir con toda el alma. Eso era la existencia. De pronto, aquella tarde, sentado en el lugar donde acababa el mundo, su alma comprendió el único secreto de la vida, y al fin pudo reconocer alrededor todo aquello que está tocado por la magia infinita de la vida.

No hay comentarios: