viernes, 13 de agosto de 2010

Viernes, 13

Hoy amanece una mañana diferente; el cielo entero explota en un color malva rabioso. Es un cielo bravío, enfurecido, donde las nubes galopan y se arañan. Es el cielo de nuestro último día, el cielo donde se agitan tus demonios, y se agitan los míos.
Repaso lo que he escrito. Se ha levantado viento. El instante de luz ha terminado y las cosas regresan a su sitio. Cada infierno a su infierno, cada frío a su frío, y en mi mente se instalan estos versos: “tengo el recuerdo, de un recuerdo donde todo era rostro de rocío, sol íntimo entre los dedos, río puesto de rodillas para recibir una caricia. Tengo el recuerdo de un recuerdo donde eras precisa y pura, y ahora es el poema quien invita al suicidio, porque según respiro…”
…Da igual si esta mañana hermosa, amanece o se acaba definitivamente el mundo. Mi corazón se ha helado, está roto, cansado. Este cielo, este viento, este destino, traen el dolor más grande, ese inmenso dolor de estar perdido.

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