martes, 25 de agosto de 2009

Unas palabras

¿Quieres beber?, me preguntó, extendiendo su brazo, y me ofreció lo que quedaba del litro de cerveza. Yo me quedé mirando aquel pequeño brazo, delgado, de piel blanca, con los dedos de alguien marcados aún en él. Gracias, hoy no quiero beber, la contesté. Era tan joven y estaba tan maltrecha que ya casi no parecía un ser humano. Eran las doce de la noche y en la plaza aún había gente. Un viejo me pidió un cigarro. La joven continuó:
¿Qué te pasa esta noche?, me dijo, ¿qué estás pensando?
Pensaba que lo único real no es más que este mismo pensar, le contesté (quería parecer inteligente), que todo lo real y todo lo que existe sólo existe en nosotros. Porque en nuestro trayecto por la vida todo se reduce a pensar, observar, descubrir, comprender, y luego transformarse y tratar de vivir.
La joven me miraba, casi sin parpadear. Tú estás chiflado, dijo, y encendió otro cigarro. Pero siguió escuchando.
¿Sabes?, continué: hay que vivir como viven los genios; con esa mezcla de coraje, tenacidad, alegría y talento que sólo poseen los que tienen un objetivo claro en sus vidas. Porque hay que tener mucho coraje para seguir viviendo cuando aprieta el dolor, la enfermedad, la soledad, la muerte, porque todo es transformación y lucha y desafío. Desafío brutal contra el paso del tiempo, Porque nunca debemos olvidar que siempre está ocurriendo algo muy especial dentro o fuera de ti. Sólo hay que tener el valor de continuar despierto y contemplar la vida y aceptarla y vivirla como es. Y también hay que viajar. ¿Sabes?, viajar cruzando todos los continentes, saber ir y volver, cientos, miles de veces, hasta que en un momento extraño, comprendes que ya no necesitas viajar porque es tu alma la que se va a recorrer ese mundo lejano a cada instante, y entonces empieza tu verdadero viaje. El viaje que lleva a tu interior. El viaje más intenso que emprenderás jamás.
Mi amiga sonrió: el chino de heroína ya había hecho su efecto. Cinco años más atrás debió ser muy hermosa. Ahora ya no quedaba nada de todo lo que fue. Sólo un pequeño brillo saltaba de su rostro hacia mi corazón algunas veces. Algo que aún sobrevivía oculto y misterioso en lo más hondo de sus ojos. Yo contemplé esos ojos y allí encontré, olvidadas, todas esas palabras mías, mojadas por sus lágrimas, rotas por su dolor, y parecían absurdas, y parecían torpes, y no tenían sentido. ¿Que te pasa esta noche? Me dijo la chica con tristeza, y se quedó dormida. Era temprano aún y en la plaza quedaba gente.

No hay comentarios: