lunes, 30 de marzo de 2009

Juan y el vacío

Pensó que algunas veces hay que dejar a un lado el miedo y decidirse, contener la respiración y saltar al vacío, aún sabiendo que las posibilidades de salir adelante son escasas. Juan bebió de un trago su taza de café, salió del bar y fue hasta la cabina. Marcó su número y, cuando ella contestó le dijo: “te quiero, tenemos que vernos y hablar cuanto antes, porque te quiero”. Ella dudó un momento, sorprendida, mientras a él le latía desbocado el corazón. Luego ella dijo que si y quedaron. El futuro era un abismo, una incógnita azul desesperada, pero Juan sonrió, regresó al bar y pidió otro café. Ahora sonreía. El mundo estaba en orden de momento.

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