martes, 23 de junio de 2009

Manos

Manos que se alzan y golpean, que rompen los vestidos, que empuñan armas y que levantan muros. Manos que no acarician vidas, sino que las corrompen. Manos de unos seres siniestros que le roban al ser humano el alma. Manos que nos machacan. Manos que cada día arrebatan al pobre sus derechos. Manos que arrasan tierras y quitan al campesino lo que le pertenece desde que el mundo es mundo. Manos que tienen en sus manos todo el poder del mundo, y viven sólo para que vivan ellos. Manos de los explotadores que nos roban la tierra, el agua y el alimento. Manos que venden armas, que forjan guerras, que matan niños, que arrasan campos. Manos de la codicia y de la muerte. Manos que nos quitan nuestro trabajo, nuestros recursos, nuestra esperanza. Manos del hambre y de la miseria. Manos que destrozan las selvas, que arrasan nuestro planeta. Manos que manejan los capitales y hunden los continentes. Manos de los banqueros y de los traficantes, que se revuelcan en el oro negro de su riqueza. Manos, oscuras manos, que, en sus manejos, mantienen este dolor que nunca acaba, profundo e inabarcable, de todas esas otras manos pequeñas que sobreviven a golpes, del terror, de las guerras y la desesperanza. Manos anónimas, manos desesperadas, de hombres, mujeres, niños. Manos de cientos, de millones de inocentes, que, en este mundo salvaje, injusto y sin moral en que vivimos, para ellos, valen menos que nada.

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