jueves, 25 de junio de 2009

Recuerdos desde mi galaxia

Vivían absolutamente tristes, pero despreocupados, como seres que hubieran perdido la memoria, sin recordar nunca lo que había hecho su civilización en el pasado, sin mirarse a la cara, sin contemplar jamás su propia imagen reflejada en los espejos, sin pensar tampoco en su futuro. Así eran ellos, los hombres y mujeres de ese mundo. Se reunían en inmensos asentamientos que llamaban ciudades. Espacios claustrofóbicos donde el planeta se llenaba de humo, de prisa y de violencia, y donde el desencanto impedía que pudiera desarrollarse cualquier forma de vida real y verdadera. Quedaban muy pocos entre ellos que supieran mirar alrededor y comprender el drama que estaba generando todo aquello. Gastaban más en armas que en alimentos, empleaban más tiempo en trabajar que en vivir de un modo aceptable el corto tiempo de sus vidas. Lo que más me llamó la atención en aquellos días ─entonces yo apenas sabía nada de ellos─, era su forma sumisa y despegada de aceptar todo aquello. Se limitaban a estar en el mundo mientras caminaban de un modo seguro y decidido hacia su destrucción, sin luchar contra ello, convencidos de que no había solución, sometidos a todas las formas posibles de la injusticia que eran capaces de imaginar un grupo de ellos que manejaba el destino del resto. Una tarde del mes de junio de su año dos mil nueve me materialicé en un lugar que ellos llamaban Wildeernhosse. Tomé unas muestras ─un, hombre, una mujer, un anciano y un niño de cada uno de sus sexos─ y regresé a la nave. No he vuelto nunca a ese punto perdido del universo. Supongo que ya se habrán extinguido. Por lo demás, todos mis estudios no revelaron nada que fuera interesante. Esos seres carecían de casi todo lo necesario para conseguir sobrevivir durante mucho tiempo más en su planeta.
Aquí, en mi nave, he construido para las muestras recogidas, un ecosistema similar al que tenían en su lugar de origen. Dos se han reproducido ─curiosamente, el más anciano de ellos─, otro ha tomado el mando y tiene sometido al resto de su grupo ─ha conseguido fabricar un arma primitiva pero letal─. Yo estudio su comportamiento cada día, no quiero intervenir para no desvirtuar el resultado del experimento, pero me temo que, si no hago algo, en breve perderé todas las muestras.

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