lunes, 8 de junio de 2009

Millones de personas

Cientos, miles, millones de personas buscando cada día su camino. Me emborrachaba de historias. Demasiados impactos directos en mi mente. Todo era tan intenso, indescifrable. Caminar entre olas de un mar embravecido. Los jóvenes, los viejos, los hombres, las mujeres... Todo ese sufrimiento por el que planeábamos cada noche, sin apenas mancharnos. ¿Cómo era posible no sufrir, no padecer por eso? Había una carga tan fuerte de dolor en el ambiente que a veces me costaba respirar. La anciana china, que apenas podía agacharse a recoger sus cuatro cosas cuando venía la policía. ¿Hay que vivir una vida para acabar así? De día en una calle, de noche en otra. Todos y cada uno de sus días. ¿Qué somos los que pasamos junto a ella, en qué nos hemos convertido? La gente pasaba y nadie la veía. Era como si nuestras mentes hubieran aprendido a borrar cualquier rastro de culpabilidad. Cientos, millones de personas buscando su camino entre las ruinas de una sociedad neurótica, enfermiza, terrible en su abundancia y trágica en su debilidad. ¿En qué nos hemos convertido? Hay otra mujer china. Cuando paso a su lado me sonríe, sus ojos brillan, luego sigue llorando. Cada noche, siempre en la misma esquina. ¿Qué hacemos? ¿Es que ya estamos muertos? ¿Es que ya no sentimos? ¿En qué nos hemos convertido?

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