viernes, 26 de junio de 2009

Tres niñas

Son tres, y en cada una de ellas, fluye el océano del existir a su manera. Cada gesto que nace de ellas es un gesto y nada más, como el dibujo de un círculo perfecto en el cielo. Sólo la luz del día puede estar a su lado, mientras nosotros nos alejamos, perdidos entre las sombras. Etéreas, indescifrables, perfectas en su existencia. En sus ojos esconden indescifrables luces, juegos sin reglas, historias por escribir. La esencia de la sabiduría que nosotros perdimos en un instante extraño del pasado. Cuando las ves comprendes que un misterio las guarda a salvo de todo lo que es más nuestro, ese pozo de olvido que hemos cavado en la tierra donde un día sólo tenía sentido la ilusión. En su existir son frágiles y al mismo tiempo tan fuertes. Ellas tres son la esperanza, la lucha tan necesaria. Son nuestra resurrección. Ellas nos mantienen vivos. Eso es lo más fascinante: ¿cómo han conseguido eso? Ese es su enorme misterio, el enigma de su existir. Por eso, inconscientemente, los diez mil ojos del mundo las miramos asombrados.

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