jueves, 25 de febrero de 2010

En el mismo lugar, después de tanto tiempo

Aquel día se despertó cargada de recuerdos. Sentía el aire cálido en su piel. Eso fue lo primero que sintió. Salió a la terraza del apartamento. El mismo apartamento, después de tanto tiempo. El mar lanzaba destellos plateados y la luz del paisaje era tan intensa que no podía mirar. Se tapó el rostro con las manos y abrió y cerró los ojos varias veces. Sintió una extraña sensación: aquella luz era especial. El mar era profundamente azul y el cielo parecía serlo aún más. El paisaje flotaba, ingrávido y eterno, en medio de la nada del desierto. Las casas del pueblo estaban pintadas de blanco, y las puertas eran del mismo color azul del mar. Todo en ese lugar era un laberinto de callejuelas estrechas, cargadas de flores, de luz y de pasado. Sintió en su rostro el calor de la luz del sol y la atmósfera transparente y limpia. El silencio se desplegaba, lento, como una bendición, sobre todas las cosas. Respiró hondo, pensó en aquel verano, sintió en su corazón el paso de los años, y no pudo hacer otra cosa que llorar. Tenía aún quince días por delante y estaba en el mismo lugar, después de tanto tiempo, y nada había cambiado, excepto ella.

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