jueves, 10 de septiembre de 2009

Desde el olvido

El anciano acababa de cumplir noventa años y hacía mucho que no hablaba con nadie. Sólo aquel día salió de su silencio habitual cuando la enfermera le entregó el sobre. Lo abrió y leyó la carta varias veces. Junto a la carta había un par de fotos. Las miró mucho tiempo; luego pidió una hoja de papel y se puso a escribir.

Querida niña, mi pequeña. He recibido tu carta… Me dices que has cumplido sesenta y cuatro años… No puede ser: no puede haber pasado tanto tiempo. Seguro que estás equivocada. Me alegro que estés bien. Tus hijos parecen muy fuertes y la casa es preciosa. Sigues tan guapa como siempre… Tienes la misma luz en la mirada… ¿Cómo has dado conmigo? Bueno, da igual. Todo va bien, ya ves, yo sigo siendo el mismo, y te sigo queriendo…

El anciano miró por la ventana. El verano acababa. Otro verano más, pensó, y se quedó dormido. La enfermera guardó la carta que había comenzado a escribir en el cajón, junto a las otras cartas.

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