lunes, 14 de septiembre de 2009

Instante

El viejo había dejado atrás el mundo de los hombres y ya no amaba nada, ni existía para él ningún apego que pudiera retenerle sobre la faz de la tierra. Había caminado durante doscientos cincuenta y ocho mil días, y en ese tiempo había alcanzado los confines del universo. Recorrió ese camino sabiendo en lo más profundo de su corazón que no hallaría una respuesta; sin esperanza ni desesperación, sólo haciendo camino. Hoy en su caminar, de pronto, el viejo se ha detenido. Su mente y su corazón han muerto. Ahora va a amanecer: el universo espera. El mundo deja de respirar mientras el viejo lava sus pensamientos en el río.

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