martes, 8 de septiembre de 2009

En la esquina de tu universo

Un día fui a buscarte a una esquina del universo. Vivías en un país encerrado en un muro. Para llegar a ti crucé puertas de hierro, vallas interminables, campos de espinas. Caminé tanto tiempo que olvidé mi pasado y las cosas normales que hacían los seres humanos. En mi viaje crucé fronteras imposibles, tierras resecas, pueblos que padecían la maldición de un hambre atroz. A cada lado del camino, a lo largo de miles de kilómetros, contemplé los rostros del horror. Rostros que clamaban justicia en medio de la desolación. Mis zapatos pisaron el polvo de mil suelos minados, de lugares en guerra, y observé aquellos cuerpos inertes que miraban al cielo, de ese modo insistente y absurdo, como si le pidieran a alguien una explicación.
Pasé muchos años así, caminando hacia ti, en mitad de esos campos desiertos, en mitad de esa vida sin vida, de ese mundo de muerte, de ese espacio salvaje y atroz. Sin embargo, nunca perdí la fe ni la esperanza. Donde iba, surgía de la miseria tu recuerdo, y al final del camino siempre esperabas tú, con tu piel y tus ojos, con tu rostro y tu risa. Sólo tú, tan perfecta, en el caos de este mundo, en tu esquina perdida de algún universo. Esta noche, a pesar de los años, a pesar del cansancio, todavía camino hacia ti.

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