jueves, 3 de septiembre de 2009

Noche de luna

Esta noche hay una luna que ocupa todo el cielo. Bajo ella, no sé muy bien porqué, el mundo parece más pequeño. Flotan en la penumbra un mar de cosas, preguntas sin respuestas, tristezas que ha depositado la marea. Ha refrescado un poco, casi hace frío. Es la primera sensación de frío del invierno. Miro hacia atrás, trato de distinguir mis huellas, pero el viento ha borrado los recuerdos. No hay camino, ni senda, ni siquiera la línea imaginaria de un horizonte tranquilo al que poder dirigirse. Las cosas se han dormido; los rostros, las palabras… Todo el pasado me espera acurrucado tras la esquina de la desolación. Cada cosa en su sitio, cada mundo en su tiempo, y al fin, fuera de todo mundo, el retornar de mi alma al vacío, un vacío sin esperanza, un viaje sin fin y sin retorno. Ahora ya lo sé, mi alma comprende: no queda ya un lugar adónde dirigir mis pasos, tan sólo un mar de hielo interminable y la espera tenaz de caminar sin rumbo hasta que todo acabe.

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