miércoles, 23 de septiembre de 2009

Sobrevivir

Se acababa septiembre. Había terminado el verano y Ángel mataba su tiempo leyendo a Jack Kerouak y escuchando canciones del estilo de Knocking on heavens door, con toda esa nostalgia inútil del que deja muchas cosas atrás. Pasaba horas en silencio, observando ese mundo, que se desplegaba ante sus ojos como un espectáculo de infinito misterio que a ratos le alegraba el alma y a ratos le destrozaba el corazón. Un mundo que se movía deprisa, que transformaba a los seres humanos y a las cosas a una velocidad de vértigo, y las alejaba de él, de un modo irremediable y trágico, con cada nuevo amanecer. Más tarde, cuando llegaba la noche y el mal de su alma le impedía dormir, pasaba las horas escribiendo una serie de historias que no interesaban a nadie, ni tan siquiera a él. Hacía años que no escribía nada; nada que pudiera mostrarle su camino o le hiciera atrapar un poco de ese polvo de estrellas del que hablaba Thoreau, cuando buscaba una respuesta en la soledad del bosque en el que un día se había retirado a realizar su sueño. Se acababa septiembre, y Ángel pensaba que toda su vida y su pasado no habían servido para nada, pero todo eso daba igual, mañana escribiría otra historia, y seguiría buscando, como el que trata de sobrevivir a una maldición.

1 comentario:

Unknown dijo...

Creo que Angel se equivoca...Hay a quienes no les importe lo que escribe, ni como lo escribe, pero lo que quiza importa, es que siga escribiendo.
Y ahora hay alguien que le llamara por teléfono preocupada, si Angel deja un dia de escribir.
Besos, Beatriz