martes, 27 de enero de 2009

Hastío

Era una noche del mes de enero. Iban en un autobús. Debían tener más de setenta años y no había que ser un gran observador para entender que llevaban mucho tiempo casados. Tras de mi, un joven se levantó de un asiento y la mujer empujó a su marido, bruscamente, apartándole a un lado, para ocupar el sitio libre. El hombre, que iba sumido en sus pensamientos, no se dio cuenta y dio un traspiés. Su esposa le agarró de un brazo. Mientras tanto otra persona había ocupado el asiento.
-¿Qué haces? –dijo el hombre-, casi me tiras.
-¿Qué, qué hago?, –respondió la mujer, poniendo un gesto hosco y girando la cara hacia la ventanilla-, iba a sentarme.
-Perdona, no me había dado cuenta –repuso el hombre.
La mujer, sin mirarlo, con un gesto de asco en los labios murmuró:
-Tú nunca te das cuenta de nada.
El hombre regresó a sus pensamientos.

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