lunes, 4 de agosto de 2008

El cuaderno

El Sr. Osaki piensa en la gente en general. Mira sus rostros, su forma de vestir, su manera de quedarse parados frente a un escaparate, sus gestos, su actitud ante el mundo… Ellos, en cambio, parecen no mirar. Andan deprisa, absortos por alcanzar algún punto perdido en su futuro.
Está en unos grandes almacenes. Es tarde y apenas queda gente ya. Las dependientas se reúnen en grupos y charlan de los sucesos del día, de los maridos que no ayudan en casa, del niño que se ha puesto enfermo en el peor momento…
Frente a una estantería, una joven contempla fijamente un cuaderno. Lo abre, le da la vuelta, acaricia las tapas con cuidado. Lo sujeta con las dos manos, lo mira fijamente. La joven parece a punto de tomar una importante y grave decisión: ¿lo compra? ¿No lo compra? El Sr. Osaki observa. Lo va a comprar –piensa-. En la portada del cuaderno, con grandes letras rojas pone: “Muy importante”.
La chica acerca el cuaderno a su pecho. Ya ha empezado a escribir en su cabeza. De pronto, sus ojos y sus labios se contraen con un mínimo gesto. Dice que no con la cabeza, lo deja sobre la estantería y se marcha deprisa.
El Sr. Osaki espera un poco más, pero no pasa nada. La joven no regresa y él se marcha también. ¿Qué habrá dejado de escribir esa muchacha? –piensa el Sr. Osaki-, ¿qué será del cuaderno en el futuro? El Sr. Osaki siente una angustia intensa, profunda, como de cataclismo. Sale a la calle y mira alrededor. Se pone el sol, y sin saber muy bien porqué, el Sr. Osaki sabe que es muy probable que ya nunca amanezca.

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