La tarde avanza a través de un mar de soledad en calma. Unos jóvenes charlan sentados en un banco. Hay una luz extraña que ilumina los ojos de la gente y todo lo que habita el mundo regresa a su lugar dentro del corazón. Las cosas sencillas cobran una importancia que trasciende lo material –una brizna de hierba, el pájaro pequeño que se acerca, el gesto de la mano de una chica-. Todo vive para que yo lo viva –piensa el Sr. Osaki, y alza el rostro hacia cielo, agradecido-.
La tarde avanza y deja atrás un pasado repleto de instantes en el tiempo, de momentos de luz y de armonía. Algunas nubes, en el cielo, deciden continuar su camino hacia el océano eterno de su disolución. Vibra el aire con las notas de una guitarra y una mirada gris regresa del olvido. Algunas caracolas se han posado en el banco de arena, junto a los arrecifes de coral. Bajo el agua ejecutan su danza las medusas, y en el cielo, pájaros blancos juegan a arrebatarse la comida. A la luz de la luna regreso a la bahía y allí me esperas tú, cuidando que todo el universo siga en orden y no se apaguen las estrellas.
¡Cuántos recuerdos! –Piensa el Sr. Osaki-. ¿Qué habrá sido del paraíso?
La tarde avanza y deja atrás un pasado repleto de instantes en el tiempo, de momentos de luz y de armonía. Algunas nubes, en el cielo, deciden continuar su camino hacia el océano eterno de su disolución. Vibra el aire con las notas de una guitarra y una mirada gris regresa del olvido. Algunas caracolas se han posado en el banco de arena, junto a los arrecifes de coral. Bajo el agua ejecutan su danza las medusas, y en el cielo, pájaros blancos juegan a arrebatarse la comida. A la luz de la luna regreso a la bahía y allí me esperas tú, cuidando que todo el universo siga en orden y no se apaguen las estrellas.
¡Cuántos recuerdos! –Piensa el Sr. Osaki-. ¿Qué habrá sido del paraíso?
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