lunes, 4 de agosto de 2008

En la cafetería

Son algo más de las diez de la mañana y el Sr. Osaki escribe en la cafetería de un Centro Cultural. Ha venido a asistir a una conferencia titulada: “La literatura y el rock”.
A su alrededor la gente habla demasiado alto, pero al Sr. Osaki, esta mañana, eso no le molesta demasiado, porque le da la oportunidad de seguir multitud de conversaciones a la vez y tomar notas en su cuaderno. Frente a él, en una televisión sin sonido, los personajes de unos dibujos animados se destruyen unos a otros entre explosiones y golpes.
En la mesa de al lado hay tres personas que, a deducir por lo que dicen, también van a asistir a la conferencia. Una es una mujer mayor y su cara le suena de algo, pero el Sr. Osaki siempre tuvo mala memoria y ahora no recuerda dónde puede haberla conocido.
La mujer le cuenta a una amiga que el otro día le dieron un masaje y que casi vio a Dios, también dice que busca expresarse a sí misma en la escritura y que no consigue encontrar una salida a la crisis que arrastra desde hace treinta años, y sobre todo, que detesta a su suegra y a su marido. El Sr. Osaki, que intenta comprender los entresijos de esta sociedad, y si fuera posible, del ser humano en general, apunta a toda prisa en su libreta lo que cuenta esta mujer con la intención de estudiarlo más tarde y tratar de sacar alguna conclusión.
Mientras la mujer habla, sus compañeros de mesa –otra mujer de igual edad y un señor con cara de tener buena voluntad pero poco interés-, intentan desviar la conversación hacia temas más cotidianos –una receta de berenjenas con bechamel-.
El Sr. Osaki anota en su cuaderno, paso a paso, cómo hacer berenjenas y se hace el firme propósito de, en cuanto tenga tiempo, averiguar qué es una berenjena.

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