lunes, 4 de agosto de 2008

Nostalgia

Hace calor: la vida entera parece a punto de bullir cuando el Sr. Osaki se sienta bajo un árbol inmenso, sobre la hierba. El mundo está desierto y la soledad y el silencio se perciben como algo material, pesado y sólido, que hace que hasta el aire que le rodea sea una cárcel.
No se ve un alma en este sitio olvidado de los seres humanos. El Sr. Osaki mira a su alrededor. Le vuelven a su mente recuerdos del pasado; fragmentos de una vida que ya no siente como suya. Lugares, rostros, gestos… ¿Cuánto tiempo ha pasado?
El Sr. Osaki siente en su corazón que ha vivido ya demasiadas vidas, que ha visto envejecer a demasiada gente, que ha sentido ya demasiadas cosas y que, después de todo, sólo habita una vida solitaria, triste, vacía, pesada y agobiante como este aire caliente de la tarde que llena el paisaje de silencios.
El Sr. Osaki siente que está atrapado en un mundo de soledad y de silencio del que ya nunca más podrá salir, siente que ha perdido la fuerza y la ilusión por las cosas sencillas de la vida, siente que ya sólo queda esperar que cambie el tiempo y regrese el temporal de nieve y frío del invierno. El Sr. Osaki, esta tarde terrible de verano, siente en su corazón que nunca más regresará aquella olvidada primavera.

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