lunes, 4 de agosto de 2008

El árbol y el niño

Es una tarde calurosa de verano: el Sr. Osaki está sentado, meditando a la sombra de un viejo Ahuehuete de más de trescientos años de edad. Un niño se suelta de la mano de su padre y se acerca corriendo.
-¿Qué haces? -pregunta.
-Nada especial -responde el Sr. Osaki.
-¿Estás solo?
-completamente solo -dice el Sr. Osaki.
El padre, al ver al niño hablar con un extraño, le llama. El niño regresa. Toma la mano de su padre y le dice, riendo:
-¡Está loco!
-El padre no responde. Los dos continúan su camino.
El viejo árbol sonríe. Sus hojas, movidas por la brisa, murmuran al Sr. Osaki:
-Ya ves, hasta el niño lo ha visto: estás loco. Eres un viejo loco solitario.
El Sr. Osaki piensa que los árboles y los niños siempre tienen razón. Está solo y está también bastante loco. Piensa en cómo llegó a esta situación y comprende que todo comenzó cuando un día, después de un cataclismo, miró a su alrededor y vio que los seres humanos eran muy desdichados por causas que no lo merecían. Desde que supo eso, quiso dejar el mundo atrás y dedicó todo su esfuerzo, su vida y su destino, a intentar entender el misterio de la serenidad y la sabiduría.
¿Sabes, amigo? –dice el Sr. Osaki al árbol-, la gente vive atormentada por sus fantasmas; seres inexistentes creados por su mente, fruto de su imaginación, de sus anhelos y de sus miedos, que condicionan de un modo terrible los días de sus vidas. Todo el mundo vive perdido en un lugar remoto del pasado y corre tras un futuro que aspiran controlar. Todos viven en cualquier parte menos en el presente, y no consiguen distinguir entre la realidad y las trampas que les pone su mente en el camino.
El árbol no responde; parece pensativo. Luego dice:
-¿Qué crees que has conseguido comprender desde aquel día?
-¡Que soy el más absurdo, estúpido e infeliz de todos los seres que conozco!
El viejo árbol se ríe a carcajadas y el Sr. Osaki ríe también. Se ha hecho de noche y se ha levantado una ligera brisa fresca. Se oye el rumor de agua de una fuente y en el cielo nocturno ha salido una luna perfecta.
-¿Sabes? -dice el árbol mirando desde arriba-. Han cerrado la verja. Te has quedado encerrado dentro del parque.
El árbol y el Sr. Osaki ríen de nuevo, felices de vivir este momento, mientras los otros árboles, sin comprender, observan.

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