lunes, 4 de agosto de 2008

Un pequeño libro rojo

En un montón de papeles, junto a unos cubos de basura, el Sr. Osaki ha encontrado un pequeño libro de tapas rojas. Es una edición de mil novecientos cuarenta y cinco, -un pequeño tesoro para el Sr. Osaki-; se titula: “Mario y el mago”.
El Sr. Osaki coge el libro con cuidado. Le da la vuelta, acaricia sus tapas de tela. Lo abre, como el que abre el arcón que guarda un gran tesoro, y comprueba que conserva todas las hojas. Frunce el ceño al ver que se ha despegado un poco el lomo. Respira hondo mientras inspecciona el desperfecto. Como un médico, despacio, abre la herida del libro para comprobar su profundidad y la magnitud del daño. No pasa nada –murmura, acercando su rostro al libro-, un poco de pegamento y estarás otra vez como nuevo.
Se sienta en la hierba y comienza a leer. A su alrededor la vida transcurre igual que cada día, pero el Sr. Osaki, ahora ya no está en el parque. Ha desaparecido en la historia del libro. Como un personaje más, asiste a la función del mago. Siente lo que sienten los personajes, vive sus inquietudes, observa y aprende de sus experiencias.
Pasa el tiempo, las horas se suceden, se pone el sol y ya no hay más hojas que pasar. El fascinante embrujo ha terminado. El Sr. Osaki mira a su alrededor un poco confundido. Le cuesta regresar de nuevo a la hierba reseca de la realidad. Una vez más, la magia de un pequeño libro ha descifrado el misterio del mundo.
Mientras leía, el Sr. Osaki ha vivido otra vida, ha conocido gente y ha podido observar aspectos diferentes de la naturaleza humana y de la realidad, desde el conocimiento de un hombre profundamente sabio. Esta noche, mientras camina, el Sr. Osaki le da gracias al cielo por haber conocido a Thomas Mann.

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