jueves, 7 de agosto de 2008

La amistad

Son las seis de la tarde. Hace calor. Intento escribir algo, pero es difícil concentrarse. Lo dejo y abro un libro de Márai. Leo una frase. Dice: “un alma llama a otra y ésta no puede resistirse”. Cierro el libro y pienso en el fascinante misterio que se esconde bajo esa forma de relación humana que los seres humanos llaman amistad.
En este mundo donde las relaciones se cuentan por fracasos y están basadas en una complicada red de conductas extrañas y comportamientos absurdos y sin sentido; donde uno se pasa todo el tiempo tratando con gente que llega de la nada y desaparece en la nada para siempre, sin dejar ni el rastro de un nombre tras su paso. ¿Qué hace que dos personas sientan esa especie de asombro repentino, esa necesidad de descubrirse, de revelarse los secretos de su alma, de encontrarse en un cara a cara brutal con alguien que se reconoce de un modo parecido, y al mismo tiempo se intuye que es un ser tan diferente?
Algunas veces pienso que hay algo de desafío trágico y fatal en la amistad. No me refiero a una amistad convencional, sino a esa forma de relación profunda que deja una huella imborrable en tu vida y en tu carácter. Esa amistad, cargada de presagios, de dos seres que estaban destinados a encontrarse desde siempre. Cuando surge esa forma de amistad ya nada vuelve a ser igual, uno no vuelve nunca a ser el mismo. En esa gran transformación vital se pierde hasta gran parte del pasado y una parte de ti se escapa para siempre. Tal vez por eso, cuando uno llega a adulto, resulte tan difícil llegar a esa amistad perfecta. Pasados los cincuenta ya es demasiado tarde para eso, se han formado profundos abismos insalvables, uno está demasiado apegado a sus miedos y a sus defectos.
Aquella tarde de verano, cuando esa mujer se cruzó en mi camino, yo no tenía la menor idea de lo que se escondía detrás de todo aquello. Me encontré de repente junto a ella, sin saber bien qué hacer, o cómo comportarme -uno nunca sabe lo suficiente como para llegar a conocer todos esos secretos que nos hacen vencer la resistencia frente a un alma que se abre ante tu alma, para siempre.- Ahora me pregunto quienes éramos nosotros dos en ese instante. Dos seres traspasados por una unión perfecta. Tal vez el resto de la vida se decide de pronto, en un momento así, cuando surge ese extraño sentimiento, y ahora, sin embargo, suena de un modo tan absurdo hablar de todo esto...

1 comentario:

Mar Sanfrancisco dijo...

Me trae muchos recuerdos esta entrada.
Ese verano yo sentí muchas cosas.

La amistad es encontrase a otro yo, por eso se atraen y se querrán el resto de sus vidas.

Saludos Ángel.