lunes, 4 de agosto de 2008

Instante

Pasa el tiempo, avanza el día. En el camino, unos pájaros picotean algunas semillas que ha esparcido el viento. Un silencio especial llena la tarde. Allá en el horizonte, sobre unas montañas, unas nubes blancas, inmensas, cubren el cielo.
Algunas veces la vida es una bendición -piensa el Sr. Osaki-, mientras escucha el murmullo que producen los latidos del corazón del mundo.
Ha estado cinco horas caminando y decide que este es un buen momento para sentarse a descansar. Saca un trozo de pan y un pequeño cuenco de madera, envuelto en un trapo, que contiene un puñado de arroz hervido. Come despacio, con las manos, concentrado de un modo profundo en la comida. Sabor, olor, forma, color, textura... Permanencia y vacío alrededor de cada grano. Un lagarto se acerca y el Sr. Osaki lo observa. Su cuerpo, de color verde intenso, lanza destellos de felicidad al mundo. Se para el tiempo.
No falta nada, no sobra nada -piensa el Sr. Osaki-. La vida es sólo esto. Un instante de paz en el camino y esperar, con la serenidad del que sabe que no existe el futuro, que acabe el día.

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